Comisión de Apicultura

La actividad apícola se encuentra ampliamente distribuida en el territorio provincial, y la miel producida se destina al mercado doméstico y, en mayor medida, a la exportación a muy variados destinos, a través de exportadores o de cooperativas.

Se producen mieles monoflorales, multiflorales, de monte, de isla y de pradera. También hay una creciente producción de mieles orgánicas.

Además de miel, se obtiene cera, jalea real, propóleos y material vivo (celdas reales, reinas y núcleos que se utilizan para la reposición y crecimiento de la actividad). Pero tal vez, la actividad más importante que realizan las abejas sea la polinización de innumerables especies vegetales, promoviendo así una mayor producción y manteniendo la biodiversidad del espacio en el cual se desarrollan.

Hay una serie de desafíos que deben abordar quienes se dedican a la actividad, entre las cuales se destacan:

  • Cambios en los modelos tecnológicos de las actividades con las que interactúa.
  • Aumento de la “presión ambiental”
  • Normativas legales que conspiran contra la actividad y su realidad
  • Inseguridad de colmenares
  • Variabilidad de las condiciones climáticas
  • Falta de apoyo al desarrollo de la actividad
  • Oferta atomizada y demanda altamente concentrada
  • Presión impositiva
  • Dificultades para el acceso a herramientas

La creciente aplicación de variadas tecnologías en la producción agropecuaria genera aumentos de la productividad que tienen impacto sobre actividades como la apícola, ya que modifica el ambiente propicio para el desarrollo y la productividad de las colmenas.

 

Eso, en algunos casos, genera un desplazamiento de los colmenares hacia lugares apropiados pero que conllevan mayores costos económicos y humanos.

Se considera apropiado retomar la iniciativa que propendía a la eliminación y/o reducción de pago de impuesto inmobiliario a las partidas en las que se verifique la instalación de colmenares, como manera de incentivar a los propietarios a apoyar el impacto positivo de la polinización y el cuidado de la biodiversidad.

Adicionalmente, es necesario generar y acompañar espacios de diálogo entre los referentes institucionales de las distintas actividades para encontrar oportunidades de mejora que los considere a todos ellos.

El empleo generalizado de fitosanitarios también puede -cuando no se consideran las buenas prácticas-, ser fuente de disminución y/o mortandad de las colmenas. Se considera imprescindible avanzar en formación, entrenamiento periódico, determinación de formulaciones específicas de bajo impacto sobre las abejas y uso efectivo del sistema georreferenciado de colmenares para que se tomen todas las prevenciones por parte de los aplicadores de fitosanitarios. También una acción definida, clara y precisa sobre quienes vulneren las disposiciones en la materia, evitando dilaciones y falta de aplicación de las sanciones y acciones reparadoras correspondientes.

Algunas iniciativas gubernamentales desconocen la realidad del sector y generan distorsiones que derivan en incumplimientos, faltas o desaliento de los apicultores. Tal es el caso de las recientes disposiciones sobre los vehículos (carros y/o trailers) que transportan materiales y producción desde los galpones a los colmenares y desde allí a las salas de extracción, generando un costo difícil de asumir por la gran mayoría de los productores.

La condición de ser una oferta atomizada y que sean pocas las empresas exportadoras genera una asimetría en las condiciones de negociación y comercialización de lo producido.

En este sentido, es necesario el apoyo para generar condiciones para la creación de modelos asociativos que promuevan un mejor desempeño económico, en el aseguramiento de la calidad y de acceso a los mercados internacionales.

 

La presión impositiva sobre una actividad que es considerada economía regional resulta imposible de asumir para los productores (en su inmensa mayoría son micro, pequeños y medianos), tanto sea por la aplicación de derechos de exportación como por tipo de cambio.

Desde siempre, pero con énfasis particular en los tiempos actuales, la inseguridad es un factor que preocupa al sector productivo. Es necesario generar un mecanismo de rápida resolución de hechos delictivos sobre los colmenares, con reposición de lo sustraído y reconocimiento del lucro cesante sobre los bienes afectados. Se requiere, en tal sentido, una eficaz coordinación de fuerzas policiales y la justicia para prever y reducir la afectación de los bienes involucrados.

El volátil comportamiento del clima que se verifica, aumentado en sus efectos por la presión de las otras actividades, hace más frecuente la aparición de episodios extremos de inundación y sequía. Esta situación, al igual que el impacto generado por el robo de colmenas, material vivo o miel, hacen necesaria la aplicación de herramientas de aseguramiento multirriesgo sobre la actividad, algo que el sector no puede impulsar por sí mismo.

La pequeña escala de los productores así como su escasa profesionalización y capacidad de generar garantías reales hace que no sean sujetos de crédito, quedando limitados a la sola contribución que al respecto hagan el estado nacional o el provincial, en materia de aportes y subsidios. Esta es una realidad que se hace extensiva no sólo a la producción primaria, sino que alcanza al establecimiento y/o adecuación tecnológica de salas de extracción (muchas veces comunitarias), depósitos de producto terminado, logística y la etapa comercial, con la correspondiente prefinanciación de exportaciones.